De la cultura poética o lo que sea.

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He sentido la necesidad de escribir acerca de la cultura poética en la actualidad, o lo que viene siendo, el crecimiento de la poesía en redes sociales. No hace mucho, me leía en Facebook un artículo que situaba a "Los veinte mejores poetas jóvenes de la actualidad", y sinceramente, discrepo. No hace mucho tampoco, discutíamos a título de Las Gafas de Ver en la Revista Zero Grados con nuestra amiga Sandra Lario este curioso fenómeno que llamaré de aquí en adelante, los poetas de internet. Una generación de escritores, salidos de blogs y Twitter, que volcaban todo tipo de palabrería envuelta en el saco poético y reventando los top ventas.

Por supuesto, las editoriales no dejaron escapar esta oportunidad. Como el caso de Lapsus Calami, ahora envuelta en supuestos casos de fraude a sus escritores. La edad del bling bling, poesía para todos, en un lenguaje para todos, y orientados especialmente a quinceañeras con un gusto estético que por supuesto quedaría reflejado en todas las portadas.

Los poetas de internet abrieron una brecha en lo que conocíamos hasta entonces por poesía. Valía cualquier cosa. Y por cualquier cosa, me remito a cualquier cosa. caca culo pedo pis. sexo. nihilismo. sexo.

Carlos Miguel Cortés, alias Turistaentupelo.

Todos hemos oído hablar de los poemas de Turistaentupelo, de los haters de IreneX o de Carlos Salem. Todos ellos para bien o para mal se han ganado su puesto en los estantes de poesía junto a Lorca o Machado. Pero ¿por qué? El boom de las redes sociales les ha situado en la cima, y ya nadie puede competir contra el gigante. Casi como estrellas de rock, poseen miles y miles de seguidores que les defienden a capa y espada. Que siguen difundiendo su literatura.

El problema aparece cuando en vez de calidad literaria, medimos seguidores. ¿Soy mejor poeta por ser más popular que tú? Probablemente sí, y si no pregúntale a mi editorial. Esta nueva presencia cultural nos está alejando de otras voces jóvenes, cultivadas, que se involucran en lo poético de verdad. A priori me vienen a la cabeza Luna Miguel, Berta García Faet, Ignacio Vleming, Claudia González Caparrós, Guillermo Morales Sillas... Casualmente, ellos no aparecían en la lista de poetas por descubrir.

Si bien yo jamás me he considerado una poeta, o al menos, lo que entiende la colectividad por una poeta, tampoco me identifico con el fenómeno blog. Nuestra identidad cultural está ahora en manos de Twitter, y en última instancia, de la rentabilidad. Para qué perdernos en metáforas rebuscadas si todos entendemos las cuatro verdades que nos pueden dar, con lenguaje de calle, nuestros influencers de turno.

Algunos me dirán que sí que es poesía y que me estoy metiendo donde no me llaman, pero han tocado donde más duele. Estamos dejando que un juego de popularidades decida sobre el talento. Y la consecuencia es una fuga de escritores, ya acostumbrados al frustrante mundo editorial, que ven en sus manos los libros estratégicamente diseñados para vender.

No sé vosotros, pero a mí no me convence. Aunque como en la música, el cine, el arte... Cualquiera, con dinero detrás, vale. De momento, permítanme que me quede con el otro margen, los desconocidos. Los chicos y chicas que se abren a codazos intentando colocar sus poemas, autofinanciándose fanzines, y transformando lentamente un mundo gris con sus letras.

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